Todavía me están cortando el
ticket de entrada al majestuoso Armory de Park Avenue cuando
comienzo a escuchar los ecos de gemidos, lamentos, sollozos y gritos
orgásmicos desde el interior de una enorme nave industrial
reconvertida a sala de exposiciones. Nada más entrar, un gigantesco
bosque artificial con árboles de más de diez metros de alto y
flores de colores me distraen un momento del desagradable griterío
de la sala, pero pasa poco tiempo hasta que encuentro su origen. Sólo
tengo que darme la vuelta mirando hacia la puerta de entrada,
levantar la cabeza, y toparme de bruces con cuatro pantallas gigantes
en las que, cual obsequio de bienvenida, un enanito obeso y con la
nariz deformada le introduce un palo por el ano a un viejo no
menos gordo que agoniza dentro de una palangana metálica.
Bienvenidos a WS de Paul McCarthy, la más grotesca exposición
de la ciudad.

Si uno lo soporta, si es capaz de
aguantar cierto tiempo escuchando los gritos de placer de los
enanitos o de martirio del sodomizado, si se puede permanecer en la
sala algún minuto más tras ver introducir manzanas tan rojas como
las del cuento por el ano del abuelito, entonces es posible que uno
sea capaz de encontrar un sentido a la obra en su conjunto, de
establecer un guión, un porqué, un ápice de hilo narrativo en esta
sórdida ópera. Y entendemos que Walt Paul, en un claro guiño
a Walt Disney, e interpretado por el propio artista McCarthy,
contrata a una jovencita de cara angelical, un icono de la virginidad
y la pureza, para ser su puta y su esclava. El primero de los vídeos
proyectados en un lateral de la exposición narra la firma del
contrato por el que BlancaNieves se somete a la voluntad de su amo y
accede a, por ejemplo, hacerle una mamada a un alargado micrófono,
rociar su cara con ketchup, embadurnar su cuerpo desnudo con fideos
dulces de colores o corretear sin ropa por el bosque, con cara de
perdida, mientras el morboso Walt Paul, desnudo y cámara en mano,
graba un ingente material audiovisual que podemos contemplar al mismo
tiempo en las pantallas gigantes de la sala junto con muchas otras
escenas psicosexuales, tan explícitas que disgustan. En total, más
de siete horas de vídeo en bucle reproductivo que uno espera que se
publiquen pronto en edición especial en DVD y pagar el precio que
sea para tenerlo como material de referencia.
Lo que pase a continuación, uno
puede imaginárselo, masticarlo de vuelta a casa y los días
siguientes, el tiempo necesario para sacar de la cabeza el paso por
este lugar triste y vulgar. Se reconstruye así una historia en la
que nuestra puta Blancanieves muere, quizá asesinada por el
trastornado Walt Paul, y su cuerpo es encontrado por el príncipe,
que también tiene su papel en ese cuento macabro. La última de las
proyecciones laterales, como si de una mini sala X se tratara, es la
secuencia completa de la masturbación de este pseudo monarca
afeminado de marcado tupé rubio sobre el cuerpo inerte de la
esclava. Al principito no volveremos a verlo, ni desnudo ni sobre un
elegante corcel, pero sí nos tendremos que topar, antes de la
salida, con nuevas escenas de sodomía sobre el personaje
protagonizado por McCarthy, a manos de los enanitos. Su cuerpo, el
mismo que habíamos descubierto en el interior de la casa con una
nueva estructura vertical dentro de su cuerpo en forma de palo de
escoba, es el mismo sobre el que los más horribles enanitos de la
historia de la literatura infantil desplegarán sus más bajos
instintos de violencia y perversión. Habrá quien empatice con
ellos, pues una escena de video previa muestra durante muchos minutos
el amargo llanto de los enanos al encontrar el cadáver de su
SnowWhite.

Fotografías facilitadas por la organización de la exposición.
Buf, yo no la aguantaría!!!
ResponderEliminarPues no lo pones muy apetecible...
ResponderEliminarMuy buenoooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarhola
ResponderEliminarde la América profunda que ahora representa a casi tamaño natural y que nos permite observar cual voyers a través de pequeñas ventanas recortadas en las paredes de madera. Dentro de ellas, una excelente reconstrucción de una orgía bañada en alcohol y rebozada de comida precocinada, cuyos restos aún parecen estar calientes y desparramados por el suelo.
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Su cuerpo, el mismo que habíamos descubierto en el interior de la casa con una nueva estructura vertical dentro de su cuerpo en forma de palo de escoba, es el mismo sobre el que los más horribles enanitos de la historia de la literatura infantil desplegarán sus más bajos instintos de violencia y perversión. Habrá quien empatice con ellos, pues una escena de video previa muestra durante muchos minutos el amargo llanto de los enanos al encontrar el cadáver de su SnowWhite.
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Walt Paul, desnudo y cámara en mano, graba un ingente material audiovisual que podemos contemplar al mismo tiempo en las pantallas gigantes de la sala junto con muchas otras escenas psicosexuales, tan explícitas que disgustan. En total, más de siete horas de vídeo en bucle reproductivo que uno espera que se publiquen pronto en edición especial en DVD y pagar el precio que sea para tenerlo como material de referencia.
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