Que el río Nilo
desemboca en el mar Mediterráneo, al norte de la ciudad de El Cairo,
es algo que más o menos todos podemos recordar. Que sea uno de los
más largos del mundo (el segundo, en la actualidad, después de que
el Amazonas lo haya desbancado de esta posición tras haberse
descubierto un nuevo lugar de su nacimiento) y el más largo del
continente africano es otro dato que podemos reconocer con facilidad.
Sin embargo, a la hora de responder la pregunta de dónde nace el
Nilo, la culturilla media entre la que me encuentro es posible que no
sea suficiente para poder dar una contestación apropiada. Quizá
encontremos consuelo en que, después de haber leído, investigado y
preguntado, la respuesta a esta pregunta sigue sin estar clara.
¿Dónde nace el Nilo? Pues bien, depende de a quien se lo preguntes.
Para muchos, el Nilo tiene su origen en el norte del lago Tanaganyka,
en Ruanda, no muy lejos de donde se puede visitar a los gorilas (los
de a quinientos cincuenta dólares la hora), aunque no faltará quien
opine que el Nilo realmente tiene su fuente principal un poco más al
sur, en Burundi, al este del mismo lago Tanganyka. Finalmente algunos
son de la opinión, más guiados con fines de marketing turístico
que por precisión geográfica, de que el río Nilo nace en el
extremo norte del lago Victoria, cerca de la ciudad de Jinga, en
Uganda.
¿El río más largo del mundo? |
Y es con esta fuente del
Nilo con la que nos vamos a quedar, que para eso hemos estado en
ella. Allí, en una especie de santuario fluvial, convenientemente
aclimatado a las necesidades de los turistas, estos pueden ver con
sus propios ojos como, en un recodo del lago Victoria, de repente las
aguas brotan con una fuerza diferente al del resto de esta tranquila
y descomunal albufera, como si una fuente oculta en el fondo bombeara
agua dulce con una fuerza tal que, en pocos metros, el caudal del río
ya es navegable y, pocos kilómetros después, ya hace posible la
creación de una presa que, para algunos, ha cambiado la fisionomía
y fuerza del propio río. Para dejarlo claro, una placa en una
pequeña (y turística) islita, nos recuerda que estamos delante del
nacimiento del Nilo, en el lugar exacto en el que el explorador
británico John Hanning Speke lo vio por primera vez en 1858. Claro
que, si la misma señal también considera el río como el más largo
del mundo, ¿por qué íbamos a creer que es esta la fuente del Nilo?
Sea o no, es mucho más
interesante avanzar unos kilómetros hacia el norte, ponerse un casco
y un chaleco salvavidas, montarse en una pequeña embarcación
hinchable con un guía local y decidir, cinco meses después, volver
a jugarse la vida lanzándose por los rápidos de un río, en este
caso el Nilo y no el Zambeze. Sin duda, el rafting por el Nilo Blanco
a la altura de la ciudad de Jinja es la actividad que descarga más
adrenalina de todo Uganda y aunque no podamos comparar el número de
rápidos por los que uno se tira (ocho, frente a los veintitantos de
Victoria Falls) sí podemos comparar, ya lo creo, la intensidad de
los mismos. Esta es tal que, ya sea porque sólo éramos cinco
personas en la barquita, ya sea por nuestra poca pericia o tal vez
porque nuestro guía tenía ganas de reírse a nuestra costa, fuimos
sistemáticamente volcando la embarcación en casi todos los rápidos
que afrontamos. La experiencia es divertida, qué duda cabe, hasta
que llega el momento en el que uno, al volcar, pierde el contacto con
la cuerda de la embarcación y es engullido por una corriente del río
tras otra, llevado a merced de la fuerza del agua, confiando en que
el chalequito salvavidas naranja cumpla su función y, finalmente,
agradeciendo la experiencia de haber montado en boda-boda en
Kampala, lo que le permite a uno poder mantener la respiración durante
unos treinta segundos, aunque esta vez bajo el agua.
Murchison Falls |
El Nilo, cuando deja de
jugar a los rápidos y tragarse turistas para luego devolverlos a la
vida, avanza mucho más tranquilo hacia el norte, cruzando Uganda con
una ligera desviación al oeste, en su camino hacia el lago Alberta.
Unos kilómetros antes de llegar aquí, en lo que a la postre sería
el punto más septentrional de mi viaje por Uganda, el Nilo separa en
dos el parque nacional de Murchison Falls y se convierte, de nuevo,
es un destino turístico de primer orden para los viajeros por este
país. ¿Cómo no visitar uno de los pocos destinos ugandeses donde
se pueden encontrar con facilidad elefantes, antílopes y jirafas, y
con un poco más de suerte leones, búfalos y leopardos? ¿Cómo no
sentirse explorador inglés por un rato y, a bordo del ferry The
African Queen, remontar un río a cuya orilla los cocodrilos y
los hipopótamos parecen haber repartidos los espacios para no dejar
apenas un lugar libre? ¿Cómo no ponerse en la piel de Humphrey Bogart e imaginarse junto a Katharine Hepburn enfrente de las famosas
cataratas que aparecen en la película La Reina de África?
Sí, las conocidas como Murchison Falls se encuentran aquí,
al final de una hora de relajado trayecto en barco y un paseo a pie
por la orilla del río. Elegantes desde la base, espectaculares y
estruendosas desde arriba, la cataratas Murchison, llamadas así en
honor al antiguo presidente de la Royal Geographical Society,
Roderick Murchison.
Hasta pronto, Uganda |
Uganda, ese país
sonriente y amable que ha visto en el turismo la mejor manera de
salir de su sombrío pasado, nos despide también con agua. En su
extremo este, en la frontera con Kenia, protegidas por el imponente
Monte Elgon, se precipitan una detrás de otra las tres cascadas que
conforman las Sipi Falls, la mayor de ellas de cien metros de
altura, y que regalan además unas vistas inolvidables de un valle
rodeado por frondosos bosques y cuevas ocultas tras el macizo de
piedra. Allí, enfrente de las cascadas, unos cuantos voluntarios
americanos del Peace Corps (omnipresentes en África) tuvieron la brillante idea de
construir un hostel cuyo mayor mérito, que no es poco, es el de
ofrecer cada mañana al despertarse la más espectacular de las
vistas de Uganda. Aún con agujetas acumuladas por las caminatas por
las montañas, todavía con la cara risueña del chimpancé en la
retina, escuchando de fondo el rugido del agua precipitándose por
las Murchison Falls y rememorando los treinta interminables
segundos sumido en la lavadora de uno de los rápidos del Nilo
después de caer de mi barquita del rafting, uno abandona Uganda
convencido de que, si no lo es ya, este país será un destino
turístico de fama mundial en menos de lo que una moto taxi o boda-boda tarda en cruzar Kampala de punta a punta.
Vaya Sergio,
ResponderEliminardespués de tanto rafting, supongo que la próxima aventura será un barril por las cataratas del Niágara no?
Gracias por tu postal keniata!
Un abrazo,
Ferran
Compañero, qué alegria saber que la postal ha llegado a Barcelona.
EliminarLa próxima aventura tú ya sabes cuál es, y empieza este mismo viernes...
Un abrazo
Muy buenoooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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