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No alimentes a los cocodrilos. Ajá |
Cuidado: mascotas sueltas por la playa |
El día de Navidad de 1497 el
explorador portugués Vasco de Gama divisó la costa de este
territorio y decidió ponerle el nombre de Natal (Navidad en
portugués). Siglos después, el pueblo Zulú, a las órdenes del Rey
Shaka (que algunos recordarán por la serie de televisión ShakaZulú), provocó el pánico y fue el terror de los pueblos vecinos,
dada la ferocidad de Shaka y sus gentes. Los ingleses tardaron 300
años en conquistar este territorio y tras el fin del Apartheid, en
1994, la región se rebautizó como Kwazulu-Natal, en ,honor al
pueblo Zulú y también al nombre dado por Vasco de Gama hace ya más
de 500 años. Y aún hoy, la zona de Zululand y el legado del pueblo
Zulú sigue siendo de lo más interesante de esta región.
Sin tiempo más que para conseguir mi
visado de Mozambique, abandoné Durban, la tercera ciudad del país y
que algunos futboleros recordarán por ser la sede en la que Españajugó su primera fase en el Mundial de Fútbol de 2010. Mis escasas
horas en esta ciudad bastaron para constatar que, como dicen, es la
ciudad con mayor población india del mundo fuera de India, y que su
puerto es de los más importantes de todo el continente africano. Más
allá del curry, de su flamante nuevo estadio de fútbol y de sus
posibilidades como destino marítimo, la ciudad no ofrece mucho más,
por lo que emprendí camino a la zona de Santa Lucía, unos 100km al
norte de Durban.
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Consejitos por si te cruzas con el hipopótamo |
Santa Lucía es Patrimonio Mundial de
la Unesco, comprende cientos de miles de hectáreas de zonas
protegidas, ecosistemas delicados, arrecifes, playas, bosques y
muchos lagos. a lo largo de 280 km de costa. Se podría decir que su
capital es el Estuario de Santa Lucía, donde comienza una playa
kilométrica, virgen, con desembocaduras de varios ríos a su
alrededor y varias reservas de animales. Pero lo que realmente llama
la atención de Santa Lucía es que animales salvajes, en concreto
los hipopótamos y los cocodrilos, forman parte del paisaje urbano y,
al parecer, gozan del mismo estatus que los propios vecinos de la
ciudad. Uno encuentra cómico el cartel en el hostel que avisa de la
presencia de hipopótamos en las calles (recordemos que se trata de
uno de los animales que más muertes causa al año en el mundo) y que
aporta ciertos consejos en caso de cruzarse con uno. También parece
ridícula, una broma, la señal que prohíbe alimentar a los
cocodrilos, como si esta fuera una actividad de lo más habitual y
uno llevara a sus críos a darle un poco de pan a los cocodrilos que
se encuentra en el camino. Pero es que es así: los hipopótamos
andan por las calles, cruzan la carretera para ir de un lado a otro
del estuario, aparecen en la playa sin previo aviso y por supuesto
campan a sus anchas en la orilla del río. Sí, vi hipopótamos y
seguí los consejos de seguridad: no acercarme, no interponerme entre
ellos y el agua, no alimentarles ni pedirles que levantaran la
patita. Como no alquilé una bici no tuve que preocuparme por no
circular con ella por la noche, cuando un hippo es prácticamente
invisible y un choque contra uno de ellos es, con certeza, lo último
que se hace en esta vida. Cocodrilos no me encontré, lo reconozco,
pero en cualquier caso tampoco me hubiera puesto a darles de comer.
Al parecer ya tienen bastante con los peces del estuario y algún que
otro turista que, de vez en cuando, se empeña en no seguir las
recomendaciones y, posiblemente borracho, se acerca a acariciar a
estas simpáticas criaturas.
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