Desde que comencé mi viaje, hace más
de 6 semanas, no me he sentido solo en ningún momento. Es la magia
de viajar en solitario, que las posibilidades de conocer gente nueva
se multiplican. Pero, sin menospreciar a la gente maravillosa que
conocí en Cape Town y Namibia, en Botsuana tuve la inmensa suerte de
unirme a una “familia” que, a la postre, sería mi compañera de
viaje en las próximas dos semanas.
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Cumbre en las afueras de Gaborone. Happy days |
Kaylee, Audrey, Rebecca, Nora (la única
australiana) y Patella (de Botsuana) decidieron tomarse unos días de
vacaciones de sus estudios en la Universidad de Botsuana y, junto con
Jessica y Kim (madre de Jessica y Rebecca),
fueron hasta el punto más turístico de país, el Delta del
Okavango. Y, casualidades de la vida, el grupo de 8 personas que iba
a viajar en Mokoro al Delta se completó conmigo. Así que allí me
vi, rodeado de 7 mujeres, aprendiendo inglés a marchas forzadas y
comprobando con asombro que su itinerario de viaje para los próximos
diez días era idéntico al mio.
Apretados pero felices camino de Kasane |
Así que,
cómo no, me uní a su expedición. Al Delta le sucedió Kasane y el
Parque Nacional de Chobe, cuyo viaje hasta allí ya conté en un postanterior. A Kasane le sucedió el cruce de frontera a Zimbabue, el
camping de Victoria Falls, el bunyee jumping o puenting,
el rafting (con ellas de compañeras, claro), la fiesta reggae en
nuestro campamento y el cruce a Zambia. De la manera más natural me
vi desayunando, comiendo y cenando con ellas. Haciendo la compra.
Asumiendo que mientras estuviéramos juntos íbamos
a estar juntos en todos los sentidos.
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Ninja, el juego del año |
Y así fue como aprendí a jugar a
Ninja, un juego de habilidad donde no hace falta más que dos o tres
personas que quieran intentar ser eso, un ninja, y mucho sentido del
humor. Y así fue como le cogí el gusto a desayunar mantequilla de
cacahuete, a cenar pronto y empezar a entender chistes que son en
idioma diferente al español. A jugar a geografía, a entender un
poco más la política americana, a situar Carolina del Sur en el
mapa...
Pero como viajar solo y sin itinerario
tiene muchas ventajas, el día que se fueron de Victoria Falls decidí
cambiar mi ruta y, unos días después, visitar Gaborone, la capital
de Botsuana, donde el atractivo turístico es nulo pero mi “familia”
me ofrecía un techo bajo el que dormir y, desde luego, mucha
diversión. Pasé 4 días en Gaborone, experimentando por primera vez
en mi vida lo que es vivir dentro de un campus universitario, con sus
comedores, su piscina, su equipo de rugby y sus fiestas de fin de
semana, por no hablar de las excursiones a las montañas y una de mis
primeras experiencias de escalada. Aunque el resultado fue un
desastre, pude cocinar una tortilla de patatas para ellas en una
cocina prestada por unos franceses, pasar un día en un torneo de
rugby (experiencia local y única donde las haya) y hasta enseñarles
que el Barcelona y el Real Madrid son los dos mejores equipos de
España y que cuando juegan entre ellos merece la pena ir a un bar
para ver el partido, aunque para ellas el “soccer” sea un deporte
un tanto aburrido.
Aunque siempre se puede pedir más, y
algo hubiera hecho que el fin de semana largo en Gaborone fuera
perfecto, no puedo dejar de agradecer a mis nuevas amigas su
hospitalidad, su simpatía, su paciencia con mi inglés y sobre todo
sus ganas de conocer cosas. Supongo que no es el estándar de
norteamericano el que viaja medio año a África
a completar sus estudios. Quién sabe, quizá África nos vuelva a
reunir de nuevo.
Sunset Cruise en Kasane. De izq a der: Nora, Rebecca, Patella, Kim, Jessica y Audrey. Kaylee hace la foto |
Gracias familia. Espero que Google
translator os haya ayudado a entender mi gratitud.
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Gracias por comentar mi blog. Gente como tú hace que siga teniendo ganas de seguir escribiendo y me da fuerza para continuar con mi viaje.