sábado, 13 de octubre de 2012

Amigas, de verdad, en el camino

Desde que comencé mi viaje, hace más de 6 semanas, no me he sentido solo en ningún momento. Es la magia de viajar en solitario, que las posibilidades de conocer gente nueva se multiplican. Pero, sin menospreciar a la gente maravillosa que conocí en Cape Town y Namibia, en Botsuana tuve la inmensa suerte de unirme a una “familia” que, a la postre, sería mi compañera de viaje en las próximas dos semanas.

Cumbre en las afueras de Gaborone. Happy days
Kaylee, Audrey, Rebecca, Nora (la única australiana) y Patella (de Botsuana) decidieron tomarse unos días de vacaciones de sus estudios en la Universidad de Botsuana y, junto con Jessica y Kim (madre de Jessica y Rebecca), fueron hasta el punto más turístico de país, el Delta del Okavango. Y, casualidades de la vida, el grupo de 8 personas que iba a viajar en Mokoro al Delta se completó conmigo. Así que allí me vi, rodeado de 7 mujeres, aprendiendo inglés a marchas forzadas y comprobando con asombro que su itinerario de viaje para los próximos diez días era idéntico al mio.

Apretados pero felices camino de Kasane
Así que, cómo no, me uní a su expedición. Al Delta le sucedió Kasane y el Parque Nacional de Chobe, cuyo viaje hasta allí ya conté en un postanterior. A Kasane le sucedió el cruce de frontera a Zimbabue, el camping de Victoria Falls, el bunyee jumping o puenting, el rafting (con ellas de compañeras, claro), la fiesta reggae en nuestro campamento y el cruce a Zambia. De la manera más natural me vi desayunando, comiendo y cenando con ellas. Haciendo la compra. Asumiendo que mientras estuviéramos juntos íbamos a estar juntos en todos los sentidos.

Ninja, el juego del año
Y así fue como aprendí a jugar a Ninja, un juego de habilidad donde no hace falta más que dos o tres personas que quieran intentar ser eso, un ninja, y mucho sentido del humor. Y así fue como le cogí el gusto a desayunar mantequilla de cacahuete, a cenar pronto y empezar a entender chistes que son en idioma diferente al español. A jugar a geografía, a entender un poco más la política americana, a situar Carolina del Sur en el mapa...

Pero como viajar solo y sin itinerario tiene muchas ventajas, el día que se fueron de Victoria Falls decidí cambiar mi ruta y, unos días después, visitar Gaborone, la capital de Botsuana, donde el atractivo turístico es nulo pero mi “familia” me ofrecía un techo bajo el que dormir y, desde luego, mucha diversión. Pasé 4 días en Gaborone, experimentando por primera vez en mi vida lo que es vivir dentro de un campus universitario, con sus comedores, su piscina, su equipo de rugby y sus fiestas de fin de semana, por no hablar de las excursiones a las montañas y una de mis primeras experiencias de escalada. Aunque el resultado fue un desastre, pude cocinar una tortilla de patatas para ellas en una cocina prestada por unos franceses, pasar un día en un torneo de rugby (experiencia local y única donde las haya) y hasta enseñarles que el Barcelona y el Real Madrid son los dos mejores equipos de España y que cuando juegan entre ellos merece la pena ir a un bar para ver el partido, aunque para ellas el “soccer” sea un deporte un tanto aburrido.

Aunque siempre se puede pedir más, y algo hubiera hecho que el fin de semana largo en Gaborone fuera perfecto, no puedo dejar de agradecer a mis nuevas amigas su hospitalidad, su simpatía, su paciencia con mi inglés y sobre todo sus ganas de conocer cosas. Supongo que no es el estándar de norteamericano el que viaja medio año a África a completar sus estudios. Quién sabe, quizá África nos vuelva a reunir de nuevo.
Sunset Cruise en Kasane. De izq a der: Nora, Rebecca, Patella, Kim,
Jessica y Audrey. Kaylee hace la foto

Gracias familia. Espero que Google translator os haya ayudado a entender mi gratitud.






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Gracias por comentar mi blog. Gente como tú hace que siga teniendo ganas de seguir escribiendo y me da fuerza para continuar con mi viaje.