A poco más de una hora de tren de Ciudad del Cabo, en dirección noreste, se encuentra Stellenbosch, una de las ciudades más antiguas del país y desde luego una de las más visitadas por los turistas que llegan a Cape Town.
¿Qué hace de Stellenbosch un lugar juvenil, vivo, ruidoso y alcohólico? Su antigua Universidad
¿Que hace de Stellenbosch una de las industrias vitivinícolas más importantes del país? Sus cientos de bodegas pegadas a más que decentes cultivos de vides.
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Un grupo soso se convierte en divertido a medida que las catas de vino avanzan |
¿Cuál es el motivo por el que una familia hindú asentada en Houston, una alemana de prácticas en una empresa sudafricana, dos turistas escocesas y un viajero español como yo se cojan el tren desde Ciudad del Cabo en dirección Stellenbosch un jueves a las 8 de la mañana? La barata y sencilla oportunidad de emborracharse con alegría en el conocido Wine Tour o Ruta del Vino de esta ciudad: cuatro bodegas con catas de vino casi ilimitadas, cata de queso apta para gorrones hambrientos y comida incluida durante seis horas de encantador paseo en furgoneta.
Como suele pasar en otros lugar, las rutas de vino se toman al principio con respeto, paciencia, exquisitez en la cata, etc. Nada como parecer sofisticado agitando la copa, jugando a adivinar si es plátano, vainilla o frutos rojos lo que emana del caldo. Eso sí, en la primera o como mucho segunda bodega. Comprobado está, y esto es algo internacional, que cuando hemos llegado a la tercera o cuarta bodega, hemos bebido champán, rosé, blanco, semi-dulce, porto y doce variantes más de sendos vinos tintos, uno ya no vé ni la radio, que diría mi madre. Pero como el tiempo acompaña (recordemos, ha llegado la primavera a Sudáfrica), las bodegas son preciosas, los camareros no preguntan nunca si ya hemos agotado nuestras cinco copas de cata y aquí quien más quien menos es turista y está de vacaciones, pues todos a tajarse un poco, reírse en cinco idiomas diferentes y a otra cosa.
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Estación de tren de Stellenbosch |
Yo fui previsor y opté por quedarme en Stellenbosch a dormir. Un acierto, porque junto con la opción de reposar el vinito sin tener que tomar tren de vuelta a Ciudad del Cabo se suma la oportunidad de conocer la ciudad, toda una sorpresa. Su Museo de la Ciudad es de lo mejor que he visto en mucho tiempo: un lugar con cuatro casas de época, perfectamente ambientadas, donde sorprende que en cada una de ellas te recibe una mujer sudafricana ataviada con la ropa de época correspondiente y te cuenta cómo era la vida en el supuesto aposento. Lo mejor es que las señoras realmente vibran con su trabajo y una de ellas, en concreto, me contó que llevaba 20 años haciendo lo mismo y seguía encantada. Al minuto de conversación me enseñó su álbum de fotos y recuerdos, su foto con Mandela cuando visitó el museo y lo orgullosa que estaba de sus hijos. Sólo cuando me dijo su edad (mucho menos de lo que aparentaba) comprendí que seguramente su vida no había sido tan fácil como podía intuir en sus palabras y su sonrisa.
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Puesta de sol entre Hermanus y Cape Town |
Precisamente Ciudad del Cabo me ha despedido de la mejor de las maneras posibles. Sin esperarlo siquiera, me vi de nuevo en Hermanus, donde una semana antes no había podido ver una triste ballena. Así que marché de nuevo para allí, en buena compañía: la alemana que habla español (Carolin, excelente fotógrafa) y Selonge, una estudiante franco-china especializada en la comunidad china asentada en Zambia (ni más ni menos). Y vi ballenas, ya lo creo que las vi. Al menos una docena, de todos los tamaños y muy cerca de la costa. A veces, incluso, acompañadas de delfines. Fotos cortesía de Carolin Kley, cuyo teleobjetivo dejaba mi cámara compacta a la altura del betún.
Y así, con una breve visita a Hermanus, con una vuelta a Ciudad del Cabo admirando la puesta del sol desde las serpenteantes carreteras de la costa y, sobre todo, con una primera y última noche de copas por Cape Town en compañía de dos belgas flamencas, pasaron mil últimas horas en esta ciudad. Al día siguiente, y antes de afrontar las 24 horas de trayecto en autobús camino de Namibia, la lluvia y el frío, de nuevo, como los primeros días, me iban a dar la despedida de Sudáfrica.
And Coco clearly had the hots for Sergio...
ResponderEliminarLove that night! :-)
Vaya, vaya... parece que no lo estás pasando mal del todo eh!! El tema del blog me parece muy buena idea, no sólo para que los demás vayamos muriendo de envidia al oír tus aventuras, sino porque el día de mañana podrás leer y revivir todo lo que pasaste.
ResponderEliminarHe de decir que yo sí vi los tiburones saltar y las aletas asomando... y es cierto que el agua estaba fría de narices, menos en un momento que se puso sospechosamente tibia. Los tiburones impresionan y quizá la chica que tenía al lado se relajó...
Sigue dando tu vuelta al mundo, que yo te sigo desde mi oficina!!
Abrazos
Ey, que hace una semana que no posteas, los fans estamos ávidos de buenas nuevas tuyas! Spoilea algo!
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